domingo, 8 de diciembre de 2013

ORIGEN DE LA LENGUA ESPAÑOLA

El espa­ñol, como muchos otros idio­mas (por­tu­gués, fran­cés, ita­liano,) tiene una base común, el latín. El Impe­rio Romano al expandirse por Europa no sólo llevó con­quista, tec­no­lo­gía y estruc­tura social, sino que dejó un legado mucho más impor­tante y dura­dero, la lengua.

En todo el impe­rio se hablaba la lengua de Roma, pero tras la dis­gre­ga­ción de éste y con el esbozo de los nue­vos esta­dos, cada comu­ni­dad de hablan­tes sufrió las evo­lu­cio­nes pro­pias de su región, influi­dos por otras muchas cau­sas de índole cul­tu­ral, social o eco­nó­mico. Así en plena Baja Edad Media, el latín vul­gar, expor­tado y difun­dido por los sol­da­dos del impe­rio se trans­formó en las dife­ren­tes len­guas roman­ces que evo­lu­cio­na­ron hasta transformarse en los idio­mas moder­nos que conocemos.

Estas len­guas fue­ron con­si­de­ra­das en un prin­ci­pio de uso exclu­sivo por el pue­blo llano y por lo tanto, no idó­neas para el cul­tismo de las cor­tes o de las dife­ren­tes com­po­si­cio­nes poé­ti­cas. Pero a par­tir del siglo IX, en la España influen­ciada por la cul­tura árabe, se pro­duce un cam­bio que será fun­da­men­tal para la futura evo­lu­ción de esta len­gua vulgar.

En el sur de la Penín­sula, los ára­bes uti­li­za­ban su pro­pio idioma para expresarse, escri­bir y trans­mi­tir su cul­tura. Una com­po­si­ción poé­tica que apa­rece en el siglo IX, en árabe culto, es la moa­xaja (ador­nado con cin­tu­rón de doble vuelta). Un poema con cinco o siete estro­fas con idén­tica estruc­tura rít­mica, divi­dido por la rima en dos par­tes: una con rimas inde­pen­dien­tes y la otra con rimas depen­dien­tes en todas las estrofas.

Pero la impor­tan­cia que cobra la moa­xaja para el espa­ñol no se debe a su métrica, ni a sus ver­sos, ni a su rima. La ver­da­dera impor­tan­cia radica en que muchas de ellas aña­dían una última estrofa lla­mada jar­cha.

La jar­cha es defi­nida como una com­po­si­ción lírica popu­lar de la España musul­mana. Esta­ban escri­tas en his­pa­noá­rabe colo­quial o en romance y sus crea­do­res eran ára­bes cul­tos o judíos que las reco­gie­ron del fol­clore tra­di­cio­nal y las adap­ta­ron a sus nece­si­da­des métri­cas para ser integradas en las moa­xa­jas.


La temá­tica de las jar­chas gene­ral­mente es de índole ama­to­ria. Un mucha­cho o una mucha­cha que explica sus expe­rien­cias amo­ro­sas a su madre o her­ma­nos. Uti­li­zan un léxico muy sen­ci­llo en el que abun­dan las excla­ma­cio­nes, dimi­nu­ti­vos y la pri­mera per­sona femenina.

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