El español, como muchos otros idiomas
(portugués, francés, italiano,) tiene una base común, el latín. El Imperio
Romano al expandirse por Europa no sólo llevó conquista, tecnología y
estructura social, sino que dejó un legado mucho más importante y duradero,
la lengua.
En todo el imperio se hablaba la lengua
de Roma, pero tras la disgregación de éste y con el esbozo de los nuevos
estados, cada comunidad de hablantes sufrió las evoluciones propias de
su región, influidos por otras muchas causas de índole cultural, social o
económico. Así en plena Baja Edad Media, el latín vulgar,
exportado y difundido por los soldados del imperio se transformó en las
diferentes lenguas romances que evolucionaron hasta transformarse en
los idiomas modernos que conocemos.
Estas lenguas fueron consideradas
en un principio de uso exclusivo por el pueblo llano y por lo tanto, no idóneas
para el cultismo de las cortes o de las diferentes composiciones poéticas.
Pero a partir del siglo IX, en la España influenciada por la cultura
árabe, se produce un cambio que será fundamental para la futura evolución
de esta lengua vulgar.
En el sur de la Península, los árabes
utilizaban su propio idioma para expresarse, escribir y transmitir su
cultura. Una composición poética que aparece en el siglo IX, en
árabe culto, es la moaxaja (adornado con cinturón de doble
vuelta). Un poema con cinco o siete estrofas con idéntica estructura rítmica,
dividido por la rima en dos partes: una con rimas independientes y la otra
con rimas dependientes en todas las estrofas.
Pero la importancia que cobra
la moaxaja para el español no se debe a su métrica, ni a sus versos,
ni a su rima. La verdadera importancia radica en que muchas de ellas añadían
una última estrofa llamada jarcha.
La jarcha es definida como
una composición lírica popular de la España musulmana. Estaban escritas
en hispanoárabe coloquial o en romance y sus creadores eran árabes cultos
o judíos que las recogieron del folclore tradicional y las adaptaron a
sus necesidades métricas para ser integradas en las moaxajas.
La temática de las jarchas generalmente
es de índole amatoria. Un muchacho o una muchacha que explica sus experiencias
amorosas a su madre o hermanos. Utilizan un léxico muy sencillo en el
que abundan las exclamaciones, diminutivos y la primera persona
femenina.
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