domingo, 8 de diciembre de 2013

LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES LÍRICAS DE LA LENGUA CASTELLANA

En castellano, las primeras manifestaciones literarias, que nos han llegado, son las jarchas, breves poemas en mozárabe, que actuaban como estribillos de una composición mayor, llamada moaxaja, y que datan los más antiguos del siglo X.

Estos son breves poemas, protagonizados por mujeres, que hablan de sus experiencias amorosas:
“¡Tanto amar, tanto amar,
amado, tanto amar!
Enfermaron mis ojos brillantes
y duelen tanto.”

* * * *
“Mi corazón se va de mí.
Oh Dios, ¿acaso volverá a mí?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?”

En ellas aparecen las voces femeninas que expresan la intensidad de su amor o lamentan la pérdida o la ausencia de la persona amada, y no deja de sorprender que, mediante un lenguaje tan sencillo, valiéndose sólo de las exclamaciones, las repeticiones y los diminutivos, profundizan y dan a conocer sus sentimientos. Y cuando las leemos experimentamos las mismas sensaciones. Esos momentos placenteros reconfortan el espíritu humano.

La moaxaja:  es un tipo de poema culto que tuvo su momento de esplendor en Al-Ándalus entre los siglos IX y XII. Está escrita en versos cortos, debido a influencias de la lírica popular. Los propios árabes se referían a veces a las moaxajas como “cancioncillas al estilo de los cristianos”. La puso de moda en la corte cordobesa el poeta Muqadamm ben Mu'safà  de Cabra.

El final de cada poema está rematado con una coplilla romance: la jarcha. Podríamos decir que el cuerpo de la moaxaja está en la lengua literaria del autor, pero toda la composición se concibe como presentación de estos versillos en romance (o en árabe vulgar) que le sirven de remate o terminación.

Mientras que las moaxajas eran composiciones destinadas a un protector (personaje con cierto poder), las jarchas están constituidas por lamentos del amor femenino, casi siempre causados por la ausencia del amado y a veces vertidos en presencia de una confidente como la madre o las hermanas. El amor es el pretexto y el tema de sentimientos expresados en forma directa, con profusión de interjecciones y preguntas que contribuyen a crear un clima apasionado.

A continuación un ejemplo, la primera estrofa corresponde a la moaxaja y la segunda a la jarcha traducida al español:

Sólo con los rubios
se deleitan mis ojos:
ramos son de plata
que echan hojas de oro.
¡Si besar pudiera

de esas perlas el chorro!...
Cuánta hermosa moza,
que de amor desatina
ve sus labios rojos,
que besar bien querría.
  
¡Madre, que amigo!
bajo su guedejuela rubita,
el cuello blanco,
y la boquita coloradita.

En el caso del zéjel, su estructura es en esencia la misma que la de las moaxajas, sólo que mientras en la moaxaja el ritmo lo marca la jarcha, el zéjel carece de ella y  es el estribillo el que establece el ritmo del poema. El zéjel era cantado por coro o solista. Era una forma muy popular en 'al-Ándalus y solía ir acompañada de laúd, flautas, tambores y castañuelas. En ocasiones se bailaba.

Tuvo gran repercusión en el mundo árabe de la época, como reseña el historiador Ibn Galîb. También tuvo mucho éxito en los reinos cristianos, que pagaban altas retribuciones a los juglares musulmanes.

El zéjel, de ordinario, consta de un estribillo sin estructura fija, que cantaba el solista. Consta de cuatro versos, los tres primeros constituyen la mudanza y son asonantes y monorrimos; el cuarto, llamado de vuelta, rima con el estribillo.


[Estribillo]

Allá se me ponga el sol
do tengo el amor.
[Mudanza] Allá se me pusiese
do mis amores viese
antes que me muriese
[Vuelta] con este dolor.
[Estribillo] Allá se me ponga el sol
do tengo el amor.


Fueron creadas por poetas cultos árabes y judíos que se inspiraban en cancioncillas románicas de tipo popular. Su importancia radica en que son el documento más antiguo que se conoce de la poesía en lengua romance.

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