En castellano, las primeras manifestaciones literarias, que nos han llegado,
son las jarchas,
breves poemas en mozárabe, que actuaban como estribillos de una composición
mayor, llamada moaxaja, y que datan los más antiguos del siglo X.
Estos son breves poemas, protagonizados por mujeres, que hablan de sus
experiencias amorosas:
“¡Tanto amar, tanto amar,
amado, tanto amar!
Enfermaron mis ojos brillantes
y duelen tanto.”
* * * *
“Mi corazón se va de mí.
Oh Dios, ¿acaso volverá a mí?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?”
En ellas aparecen las voces femeninas
que expresan la intensidad de su amor o lamentan la pérdida o la ausencia de la
persona amada, y no deja de sorprender que, mediante un lenguaje tan sencillo,
valiéndose sólo de las exclamaciones, las repeticiones y los diminutivos,
profundizan y dan a conocer sus sentimientos. Y cuando las leemos
experimentamos las mismas sensaciones. Esos momentos placenteros reconfortan el
espíritu humano.
La moaxaja: es un tipo de
poema culto que tuvo su momento de esplendor en Al-Ándalus entre
los siglos IX y XII. Está escrita en versos cortos, debido a
influencias de la lírica popular. Los propios árabes se referían a veces a
las moaxajas como “cancioncillas al estilo de los cristianos”. La puso de
moda en la corte cordobesa el poeta Muqadamm
ben Mu'safà de Cabra.
El final de cada poema está rematado con
una coplilla romance: la jarcha. Podríamos decir que el cuerpo de la moaxaja
está en la lengua literaria del autor, pero toda la composición se concibe como
presentación de estos versillos en romance (o en árabe vulgar) que le sirven de
remate o terminación.
Mientras que las moaxajas eran composiciones
destinadas a un protector (personaje con cierto poder), las jarchas están
constituidas por lamentos del amor femenino, casi siempre causados por la
ausencia del amado y a veces vertidos en presencia de una confidente como la
madre o las hermanas. El amor es el pretexto y el tema de sentimientos
expresados en forma directa, con profusión de interjecciones y preguntas que
contribuyen a crear un clima apasionado.
A continuación un ejemplo, la primera estrofa corresponde a la moaxaja y la
segunda a la jarcha traducida al español:
Sólo con los rubios
Sólo con los rubios
se deleitan mis ojos:
ramos son de plata
que echan hojas de oro.
¡Si besar pudiera
de esas perlas el chorro!...
Cuánta hermosa moza,
que de amor desatina
ve sus labios rojos,
que besar bien querría.
¡Madre, que amigo!
bajo su guedejuela rubita,
el cuello blanco,
y la boquita coloradita.
En el caso del zéjel, su estructura
es en esencia la misma que la de las moaxajas, sólo que mientras en la moaxaja
el ritmo lo marca la jarcha, el zéjel carece de ella y es el estribillo el
que establece el ritmo del poema. El zéjel era cantado por coro o
solista. Era una forma muy popular en 'al-Ándalus y solía ir
acompañada de laúd, flautas, tambores y castañuelas. En ocasiones se bailaba.
Tuvo gran repercusión en el mundo árabe
de la época, como reseña el historiador Ibn Galîb. También tuvo
mucho éxito en los reinos cristianos,
que pagaban altas retribuciones a los juglares musulmanes.
El zéjel, de ordinario, consta de un
estribillo sin estructura fija, que cantaba el solista. Consta de cuatro
versos, los tres primeros constituyen la mudanza y son asonantes y
monorrimos; el cuarto, llamado de
vuelta, rima con el estribillo.
[Estribillo]
Allá se me ponga el sol
do tengo el
amor.
[Mudanza] Allá se me pusiese
do mis amores
viese
antes que me
muriese
[Vuelta] con este dolor.
[Estribillo] Allá se me ponga
el sol
do tengo el amor.
Fueron creadas por poetas cultos árabes
y judíos que se inspiraban en cancioncillas románicas de tipo
popular. Su importancia radica en que son el documento más antiguo
que se conoce de la poesía en lengua romance.
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